Carlos Marín, los demonios andan sueltos, comentó que para lograr algún avance en la investigación del caso Ayotzinapa, tiene que partir de una base: hay que volver a detener a los asesinos, que fueron dejados en libertad en forma irresponsable por sus hombres de confianza en la investigación, el entonces subsecretario Alejandro Encinas y el exfiscal especial Omar Gómez Trejo. Ambos decidieron que no había nada mejor que convertir, a cambio de su libertad, en testigos protegidos a los sicarios que cometieron el crimen de desaparecer a los jóvenes. El principal de ellos, El Cabo Gil, el jefe de sicarios del grupo Guerreros Unidos en Iguala, y parte fundamental de las grabaciones entre los criminales que realizó la DEA y que esa fiscalía especial se negó a utilizar. La fiscalía especial del caso Ayotzinapa no sólo le creyó a López Astudillo, sino que, además, ha convertido el suyo en el testimonio base de su supuesta investigación. Gildardo López Astudillo, conocido como El Cabo Gil o El Gil, uno de los líderes del grupo criminal Guerreros Unidos y vinculado directamente con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, fue detenido este 5 de septiembre.
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