El Cristalazo

LA MAGIA, LA SUPERSTICIÓN, LA HECHICERÍA

Hace un par de días el señor presidente, en uno de esos momentos en los cuales la confianza de su auditorio (le sucede mucho cuando sale de la ciudad), se sintió complacido y relajado y respondió una crítica cuya insensatez no merece siquiera una nota de pie de página.

 

Pero como él la tomó en cuenta, la aclaración supera al señalamiento. Por eso vale la pena comentarlo, no sólo porque lo haya hecho en Veracruz, dónde se encuentra Catemaco, tierra de brujos, sino porque al menos yo, nunca había escuchado a un presidente desmentir a quien lo acusa de practicar las negras artes de la magia, el embrujo, la hechicería.

 

Es como si lo comparan con la maléfica cuya manzana dejó a Blancanieves dormida en plena lozanía.

 

Pongamos primero el asunto en contexto. Dijo el señor presidente:

 

“…Hace un momento recordaba a Juárez –y él tenía una frase que aplica en estos tiempos–, decía:

“El triunfo de la reacción es moralmente imposible”. No hacen más que denunciar y criticar y cuestionar, insultar, pero no hay imaginación, no hay talento, como no tienen convicciones, porque para hacer política se necesita tenerle amor al pueblo y ellos son simuladores, por eso no han podido y nos acusan de todo.

“Ayer hablaba yo de que Ferriz de Con, que era así como el gran periodista, ¿no?, de todo el periodo de corrupción y de injusticias y de privilegios, cuando manipulaban, pero en alta. Nos acusa de que se práctica en el Palacio magia negra.

–¿No quieren volver a ver el Face de Ferriz?

“Vamos a ponerlo, porque esto nos ayuda mucho a entender la desesperación.

“Pero, además, cómo nos choreaban, hablando en términos veracruzanos; cómo nos tenían manipulados. Estos eran los grandes maestros de la información durante mucho tiempo.

Imagínense lo que dice:

«Es un secreto a voces —nada más le faltó agregar: lo sé de buenas fuentes— AMLO recurre a diario a la brujería, santería, magia negra y rituales de muerte para llegar a acumular poder. Ya tuvo lo que quiso, ahora va de regreso. Eso se llama karma o justicia divina’.

“Se los dejo de tarea, porque no puedo ofender a nadie. Hay algo en nuestra Constitución que estamos obligados a respetar, que es la libertad de creencia, pero esto da una idea de cómo están desesperados nuestros adversarios.

“Entonces, todo es una denuncia. Que presente las pruebas, nosotros no usamos…”

Esos puntos suspensivos sugieren una frase incompleta: nosotros no usamos magia negra o rituales de santería, etc.

Pero yo sí he visto al presidente inmerso en rituales de  magia. Sólo voy a poner dos ejemplos.

Uno, el día de su toma de posesión cuando llenó el Zócalo con miles de personas, como le gusta hacerlo y se sometió (de rodillas), a una “limpia”. Obviamente una “limpia” es una sugestión inducida  de purificación sobrenatural.

Obviamente la explicación se basa en el respeto a las tradiciones de nuestros pueblos originarios, lo cual no le quita su sentido mágico a la situación. Mágico y atrasado, anterior al mundo de la ciencia.

No diría yo, a estas alturas, son  expresiones de paganismo porque el paganismo, o mejor dicho su sentido peyorativo,  necesita una fe hincada en la tradición católica, lo cual nos aleja de una magia y nos lleva a otra; pero esas son honduras propias de otro espacio.

Pero otra ocasión de primitivismo ritual, la ofreció el señor presidente cuando se iban a comenzar los trabajos de la devastadora ruta del Tren Maya y con una ceremonia colectiva  indígena se disfrazó la imposición: le pedirían permiso a la Madre Tierra. Y como la tierra no habla, pues se jodió la madre.

Todos recordamos el grotesco espectáculo: un agujero en la tierra con una gallina muerta.

“(APRO).- «…En la ceremonia tradicional religiosa participaron representantes de los 12 pueblos originarios mayas de la región, chol, tsotsil, tseltal, tojolabal, mam, lacandón y otros.

“En el ritual, los sacerdotes indígenas rezaron en su lengua maya, pidieron a la madre tierra permiso para el inicio de este proyecto. Ofrendaron una gallina muerta, pozol de cacao, aguardiente, frijol, maíz y otros alimentos.

“Entre cantos, música de tambor y pito, incienso y danza, los indígenas también se sumaron a López Obrador y al gobernador”.

Pero de eso a señalar de santero y babalao, como si fuera Daniel Ortega, hay una enorme distancia

Rafael Cardona

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Héctor García

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Héctor García

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