Una vez más la realidad se carcajea de la burocracia y su estúpido recurso del simulacro en el cual participaron todos con sus informes limpios, sus altavoces para vocear la nada, sus perros buscadores, sus cascos inútiles, sus rostros graves y serios como si en verdad estuvieran haciendo algo importante, mientras mostraban salidas y rutas de escape seguro al frente de pequeñas manadas de oficinistas en chunga; exultantes en la celebración de su inútil simulacro nacional, cuando la realidad los sorprendió de nuevo y todo fue entonces pasmo y choque entre el orgasmo fingido de la protección civil y la verdadera situación de miedo porque crujieron las paredes y se enchuecaron los cuadros, se apagaron las luces y se atascaron los elevadores; aullaron los perros y gritaron las mujeres, y vámonos vámonos, pero era inútil porque en el rascacielos sonaba monótona y fría la advertencia, concéntrese en las zonas de seguridad; no desaloje el edificio, mientras uno recordaban cómo apenas unos minutos antes, los genios de la falsedad, de la simulación inservible, decían cómo y por dónde se podía abandonar el inmueble, como dirían los solemnes, y aquellos cuya pericia mostraba caminos de salida, se convertían en burócratas y borregos asustados, por encima de la inútil obediencia, porque el suelo se movió bajo sus pies y de arriba a abajo salieron corriendo como si en ello –ahora sí–, les fuera la vida, sin importarles – las instrucciones durante el “fakequake”– y nadie sabe por qué, pero ya se viene haciendo costumbre septembrina un sismo cada 19, como el grito del quince o el festín de los muertos el dos de noviembre; porque aquí la naturaleza escribe su calendario y hasta el jefe del Estado corre a su patio en el Palacio Nacional y dice cosas sin importancia, y ahora si se ponen a revisar muros y techos, en busca de riesgosas cuarteaduras, para lo cual, debería servir la protección civil, ese camelo cuya capacidad protectora es nula, porque prefieren hacer falsedades, simulaciones, en lugar de atender, revisar y prevenir; pero así se hacen las cosas en un país donde ocurren cosas inexplicables y para muchos prodigiosas, como ver el nacimiento de un volcán en quince días –como el Paricutín–, o sentir tres terremotos en la misma fecha para asustar a la multitud y demostrar lo idiota de los simulacros, tan socorridos por los ociosos de la “seguridad” y tan estériles en sus resultados, porque no me venga usted a decir, así se salvan vidas porque eso es una patraña; las vidas se salvan si se construye con ingeniería de calidad, con apego a normas probadas en casas y edificios, con revisiones periódicas y honestas, sin corrupción ni permisos amañados; así se salvan vidas, no jugando como hacían los niños al doctor y la enfermera; al socorrista y al explorador, porque eso es pasto nada más para la ociosidad de quienes viven de esa mentira feliz, pero no seamos aguafiestas, dejemos lucirse a los altos funcionarios, ya sea el presidente de la República o la jefa de Gobierno quien ya no tiene riesgos a la vista porque no se le puede caer otra vez la escuela Rébsamen, como ocurrió cuando era delegada en Tlalpan.
Rafael Cardona
Desde su inicio el 5 de febrero de 2025, la Operación Frontera Norte ha permitido…
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que impondrá un arancel del 25% a…
El rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, fue identificado como un centro de entrenamiento del…
José Buendía Hegewisch El mayor “talón de Aquiles” de Teuchitlán para la Presidencia…
La inflación en México se desaceleró en la primera quincena de marzo de 2025, ubicándose…
El primer ministro canadiense, Mark Carney, solicitó a la gobernadora general del país y que ejerce las…