Carlos Urdiales 

Sobre la marcha 

 

 

Luego de la sacudida que la oposición propinó a Morena en la Ciudad de México, tras la tragedia en la Línea-12 del Metro, el regreso de la pandemia y el manejo del semáforo epidemiológico que permanece en amarillo tirando a naranja pero con apertura de verde, no muchos esperaban como respuesta el destape adelantado de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Lanzamiento a dos manos. La primera y más importante, la presidencial. Cuando Andrés Manuel López Obrador pronuncia su nombre, son palabras mayores. Y la segunda la del auditorio Nacional, con Morena ajustando cuentas ante cuatro mil representantes del alma partidista.

¡Presidenta, presidenta! Dictó el pueblo morenista. No estaba Marcelo Ebrard, tampoco Ricardo Monreal, ausente de ahí y de la voz del Presidente. Mario Delgado recogió varas mientras echaba cohetes. La silbatina y el abucheo dicen más que su sola estridencia. Él quería porras, no salir aporreado. Ella, reluciente. Y vino más.

Cuando López Obrador puso de nuevo el tema en su conferencia mañanera, reiteró su visión de un relevo generacional. Por edad y género, Claudia Sheinbaum es el retrato hablado de los anhelos político-históricos del mandatario.

¿El costo posible a futuro? El endurecimiento de Claudia Sheinbaum en aristas que la posicionaron como política eficiente, mesurada, de equilibrios y sin pirotecnia. Su habilitación para el futuro plantea alterar su voz, sumarse y enriquecer el repertorio de quejas en contra de medios de información, culpándolos de una campaña de desprestigio que aturdió al pueblo chilango.

Ahora debe correrse del centro-izquierda a la polarización, visto está que paga dividendos en las urnas. La doctora tendrá que ser más enfática para sacudir a los clientes duros de Morena en la CdMx. Ni modo, aunque pierda simpatizantes entre los moderados, clasemedieros aspiracionistas fincados donde gobierna.

Por lo pronto, comenzó con el anuncio de un importante descenso de delitos y violencia en la capital nacional. Mirando el ejemplo del palacio de al lado, presumió como delitos de alto impacto en la CDMX disminuyeron 45.3 por ciento entre enero y junio comparado con el mismo período de 2019. Fuente: Evaluación de Incidencia Delictiva del semestre.

Resaltó que la reducción en delitos de alto impacto se debe a la estrategia de seguridad de su gobierno que se fundamenta en: atender causas —mismo eje discursivo de AMLO—; más y mejor policía —igual—; inteligencia e investigación —que no espiar— y coordinación con la Fiscalía General de Justicia, Poder Judicial e instituciones de seguridad federal como Guardia Nacional, Secretaría de la Defensa y Marina —calca de afectos y filias—.

“La reducción es independiente de lo que vivimos con la pandemia; no se podría explicar esta reducción de homicidio doloso, de robo de vehículo con violencia, sin violencia; de robo a transeúnte, de robo a casa habitación con violencia, sin violencia, si no fuera por el trabajo que hemos venido desempeñando desde que entramos al Gobierno de la ciudad”, dijo Sheinbaum.

La estrategia de construir percepciones por encima de la realidad, de sentenciar verdades sin perder tiempo y energía en demostrarlas, es algo a lo que la científica no está acostumbrada. Su temple esta a prueba. ¿Le viene vender más discursos como este, convencer a base de repetir y evadir a través de mantras ideológicos la odiosa comprobación?

Por lo pronto en su gabinete se avecinan cambios. En la secretaría de Gobierno Martí Batres en sustitución del siempre afable Alfonso Suárez del Real. Un gladiador por un conciliador. Y en programas sociales, apoyos directos del gobierno federal para inyectar amor y lealtad.

¿Podrá Sheinbaum operar su propia sucesión? Primero debe, con refuerzos y nuevo talante, acotar a los grupos que, ya vio, operan y fuerte aquí para hacer valer su peso en Palacio Nacional.

Habrá más de un prospecto para ofrecer, desde Morena, un perfil adecuado a la población y circunstancia de la metrópoli, alguien con enfoque técnico, económico y político con nexos que permitan aglutinar, no dividir.

Si pierde la potestad de tapar y destapar, la empresa mayor se le complica. El poder se conquista peldaño a peldaño sin renunciar a su expansión y latifundio. Y sí, sirviendo con absoluta vocación popular. También. Sin embargo, primero hay que ganar y para eso el camino que se le dibuja pasa por hacer suyos vigores ajenos. Al menos mientras conquista la cima.

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José Cárdenas

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